El culebrón del nuevo estadio también en Cagliari: ¿será la buena?
Casi un sainete. Cada cierto tiempo brotan rumores, incluso con detalles, de sacudidas que vuelven a poner el foco en el asunto del estadio. Que quede claro: Cagliari Calcio ha dado todos los pasos necesarios y ha completado las gestiones que le correspondían. El balón pasó a las instituciones, que, como casi siempre, se pierden en los vericuetos de la burocracia.
Da la sensación de que no hay manera de salir del atasco que envuelve el asunto desde el principio.
La semana pasada sonaron las trompetas y desde las dependencias municipales se proclamó a bombo y platillo que, por fin, el nuevo estadio de Cagliari tiene luz verde definitiva y que se espera con ansiedad el arranque de las obras.
Hasta se pronunció el alcalde, Massimo Zedda, que quiso subrayar un paso decisivo: el cierre favorable de la Conferencia de Servicios decisoria, que según la normativa sería el último trámite necesario para aprobar el proyecto redactado hace ya un tiempo.
Hasta llegar a este punto del culebrón, el camino ha sido largo y farragoso, con un crescendo rossiniano de trámites técnicos, estudios ambientales, autorizaciones y rifirrafes. En definitiva, una kermés de papeles timbrados que se entrecruzaban, a veces contradiciéndose entre sí.
Ahora, según admite el propio alcalde de Cagliari, el procedimiento estaría en su fase final, puesto que se habrían cumplido tanto las autorizaciones ambientales como las paisajísticas, concedidas hace tiempo a través de la autorización única regional, la antigua evaluación de impacto ambiental (VIA).
Los próximos pasos, antes de la licitación internacional, pasan por un aspecto que Cagliari Calcio ya había cumplido: el plan económico-financiero, que se ha actualizado en varios puntos clave. El nuevo recinto, que rendirá homenaje a Gigi Riva, no será solo para fútbol; también acogerá espectáculos de todo tipo. Una cantinela ya escuchada durante años, siempre acompañada de buenas intenciones.
Queda la duda, y el condicional es obligado. ¿Será esta la definitiva o la enésima burbuja de jabón? Tomando el pulso a la grada, se percibe cansancio ante promesas incumplidas y planes que se disuelven como nieve al sol.
El Cagliari sigue jugando en un recinto que no se ajusta a las necesidades de sus aficionados. Es cierto que la Unipol Domus podía ser el jugador número 12, pero esa baza también se ha ido diluyendo: los rossoblù han perdido ya tres de cinco partidos en casa esta temporada. Señal inequívoca de que ni siquiera esa ventaja aparente ha servido para darle un impulso extra al equipo de Fabio Pisacane, de nuevo peleando por la salvación. Quién sabe si, si el plan del nuevo estadio arranca de verdad y se materializa, no cambian las perspectivas y las expectativas.



