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Inter FC: Chivu, más allá del bla, bla. SSC Napoli: la exigencia de Conte. AC Milan: el primer error de Allegri. Juve: una mano para Spalletti. Y la magia de Bolonia

Inter FC: Chivu, más allá del bla, bla. SSC Napoli: la exigencia de Conte. AC Milan: el primer error de Allegri. Juve: una mano para Spalletti. Y la magia de BoloniaTODOmercadoWEB.es
Hoy a las 00:00Editorial
Fabrizio Biasin

Parón, maldito pero también intrigante. "Maldito" porque trae una aburrida monotonía. Y llevo 20 años escribiéndooslo. Sé que estáis hartos. Pero no me contengo: maldito parón. También "intrigante", porque esta vez trae sentencias. Veremos si nos tocan los playoff o si volamos directos a Estados Unidos. La verdad es que nadie cree en la segunda opción, ni el bueno de Rino. Así que, parón, maldito parón. Qué pereza.

Los editoriales en pleno parón son espesos, ya se sabe. Así que simplifiquemos. Al grano.

El AC Milan empata en Parma y se lleva las críticas. Se hacen análisis sobre límites y defectos. Se exagera, como siempre. El conjunto rossonero tiró dos puntos de forma ingenua, pero no por alguna carencia estructural u organizativa, sino por un error individual. Estupiñán, en este caso. Bastaba con mandar ese balón a la grada de Parma Sur: el primer tiempo habría acabado 0-2 y el Diablo no se habría dejado remontar. Es solo una hipótesis, sí, pero bastante creíble. En cambio, el Parma cogió coraje y, con mérito, se llevó un puntazo. Ahí, el míster Allegri, impecable hasta aquí, quizá cometió su primer medio error en sus decisiones: Bartesaghi —al que, por cierto, hizo debutar el propio Max— es el futuro en ese puesto, y quizá ya el presente.

El Bolonia firma otra cosa grande ante el SSC Napoli y lo celebra con todo el mérito. Enésima demostración de un club que sabe planificar y tiene mucha visión, y otra prueba del gran trabajo de Italiano: ha conseguido mantener a los boloñeses en órbita tras la temporada ilusionante con Motta y ahora está confirmando las maravillas del curso pasado. El entrenador que llega a un club hecho polvo y lo reanima es bueno; el que aterriza en uno que viene de un temporadón y logra incluso mejorar… es aún mejor.

Conte, por ejemplo, es un maestro reanimando clubes que vienen de años poco brillantes. Le ha salido bien casi en todas partes, también en Nápoles. Dijo hace tiempo: "Algún día me gustaría empezar la temporada en un club que no haya que reconstruir desde cero". Y este año está justo en el escenario que deseaba, pero se le ve todo menos contento. Está nervioso, enfadado, habla de "muerte" y "trasplantes de corazón", y suelta "tengo que hablar con el club", como si fuera él quien tuviera que exigir cuando, en realidad, es la entidad la que merece algo más de su míster: le llevó a Nápoles cuando no había cola por él, le puso en condiciones de trabajar de maravilla, la afición le ha apoyado sin condiciones y el verano pasado los dirigentes le regalaron un segundo mercado de altísimo nivel. Ahora le toca a Conte demostrar que es el gran entrenador que es, y hacerlo justo cuando la temporada le impone el doble frente. El técnico moderno no solo debe ganar, también construir. En este caso, se trata de dar valor a un material nada menor y puesto en manos del entrenador mejor pagado de la Serie A. El SSC Napoli tiene todas las opciones de firmar una temporada de alto nivel, pero eso también pasa por una toma de conciencia de su entrenador, ahora más ocupado en protegerse a sí mismo que a sus chicos.

¿Juicios sobre la Juve de Spalletti? Ni de broma: quien está juzgando el trabajo del ex seleccionador tras un puñado de días tiene un valor bárbaro. Luciano ha iniciado su camino, buscará una llave táctica y —como siempre en su carrera, con la selección azzurra aparte— la encontrará. El resto deberá hacerlo el mercado, también el de enero, no para gastar a lo loco la enésima millonada, sino, por fin, para encontrar jugadores funcionales capaces de completar un puzle imperfecto desde hace demasiado.

En cuanto al Inter FC, manda la tendencia: tras el Inter FC-SSC Napoli, Chivu dijo pocas cosas y todas clarísimas. No dramatizó ni subió el tono; dio calor y certezas a los suyos, y estos le devolvieron la fe. Llegaron victorias en cadena, algunas no tan convincentes (Hellas Verona, Kairat), y después exigió una respuesta sobre el césped que llegó puntual en el duelo con la Lazio. Chivu llegó a Appiano rodeado de dudas —muchas, también las mías— de quienes temían que la inexperiencia le pasara por encima, y ha demostrado que ideas, empatía y sentido común (y un grupo a la altura, claro) han sido más que suficientes para silenciar nuestro pesado bla, bla veraniego.

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