Alas recortadas. Un dato explica mejor que ninguno las dificultades de este SSC Napoli

El SSC Napoli, a punto de cruzar el ecuador de la fase de liga de esta Champions, muy probablemente se encontrará entre los ocho últimos de la tabla y, por tanto, también fuera del playoff. Tras la histórica goleada encajada en Eindhoven, los seis tantos recibidos en el campo del PSV Eindhoven, el equipo de Antonio Conte no pasó del 0-0 en casa ante el Eintracht Frankfurt. Los alemanes se plantaron en el Maradona con la clara intención de arañar un empate, algo que el propio Antonio Conte subrayó en el pospartido, y no es reprochable. Es, más bien, una estrategia. “Si lo hubiéramos hecho nosotros en Alemania, se hablaría de catenaccio a la italiana”, afirmó el técnico del SSC Napoli al término del encuentro. Cierto. Pero, al margen de eso, los campeones de Italia podían y debían hacer más, también porque en los pocos tramos en los que lograron dar ritmo a su juego ofensivo metieron en apuros a la zaga rival.

El problema, más bien, es que el SSC Napoli maniobró demasiado pocas veces con orden y ritmo en los últimos 40 metros. Es un Napoli que, últimamente, se está mostrando ineficaz de cara a gol. Si en las primeras semanas el principal problema era una defensa inesperadamente frágil, ahora es un equipo que no marca y que, en general, tiene dificultades para activar a sus delanteros. Ayer, una vez más, las ocasiones más claras fueron las que desperdiciaron los centrocampistas: los errores de Anguissa y McTominay marcaron un partido que, a los puntos, los partenopeos incluso habrían merecido. Pero a los puntos se gana en boxeo.

En fútbol, en cambio, se gana marcando, y este equipo anota cada vez menos, sobre todo con sus delanteros. Hojlund, lastrado por la lesión, lleva un mes a cero; Lucca sigue con un gol; y Lukaku aún no ha jugado ni un minuto este año. ¿Y los extremos? Peor todavía. Y este quizá sea el dato que mejor explica las dificultades de este SSC Napoli: tras 14 partidos oficiales, ni Politano, ni Neres, ni Noa Lang ni Elmas han visto puerta. Ni una diana entre cuatro futbolistas que, al menos en teoría, también están para eso. Bien está el trabajo sin balón, la ayuda en la fase defensiva. Pero el dato es elocuente: si, 74 días después del inicio de la temporada, ninguno de los extremos ha encontrado aún el camino del gol, hay un problema. Y es serio. Muy serio.