Anfield no perdona: sonora pitada a Alexander-Arnold, el canterano que traicionó al Liverpool

Algún día, quizá, Trent Alexander-Arnold volverá a Anfield como el hijo pródigo, recibido entre aplausos y nostalgia. Pero ese día aún no ha llegado. En su primera visita tras dejar el club de su vida, donde pasó 21 años, el estadio que le encumbró le dio la espalda sin dudar.

El ambiente fue hostil desde el inicio. Cuando por megafonía se anunció su nombre entre los suplentes del Real Madrid, estalló una pitada ensordecedora en las gradas. Incluso durante el calentamiento, la afición del Liverpool no escondió su desaprobación. En la segunda parte, cada vez que Trent se ponía a calentar, la pitada iba en aumento, sobre todo en la grada más próxima al banquillo blanco. El momento más duro llegó en el minuto 81, cuando el lateral saltó al campo por Arda Güler. Cada balón que tocaba venía acompañado de una nueva oleada de silbidos; las heridas de su adiós siguen muy abiertas.

El día ya había empezado torcido: su mural en Liverpool apareció vandalizado con pintadas ofensivas en las que se le llamaba "rata". Los mensajes fueron borrados antes de que pasara el autobús del Real Madrid, pero el episodio dejó huella. El veredicto de Anfield fue rotundo: Alexander-Arnold no fue perdonado. Su regreso, más que una celebración, fue un recordatorio amargo de lo frágil que puede ser el amor en el fútbol.