Juve: el ático para Spalletti, pero ojo con los cimientos. Inter: las palabras de Conte y el caos sobre el césped. Milan: demasiados parches, buen punto. Árbitros: la enésima no-solución. ¿Y los partidos a las 20…?
Bien hallados en plena jornada intersemanal. La jornada intersemanal es una maravilla: corta la semana, nos hace disfrutar a los enfermos del fútbol y, aunque complica un poco las ligas fantasy, por lo demás es bálsamo para la cabeza. ¿Lo digo? Lo digo: la jornada intersemanal es la némesis del parón de selecciones.
Fin. Mejor dicho, empezamos.
Lautaro y Conte no son precisamente amigos, ya ha quedado claro. Tras su rifirrafe sobre el césped se desataron los moralistas y es posible que muchos estéis pensando: «qué vergüenza, qué ejemplo para los niños. ¡Los niños!». Se entiende: no fue la mejor idea por parte de ninguno de los dos. Pero evitemos el drama. A todas luces no se tragan y el hecho es que la prueba del campo dijo que el primero (Conte) fue más listo que el segundo (Lautaro), desaparecido junto a todo el Inter justo después de la escenita.
Conte es un maestro en la pizarra y en la estrategia, no hay duda. En la pizarra, porque con Neres como falso nueve desquició a toda la zaga nerazzurra. En la estrategia, porque volvió a detectar la grieta rival y martilleó ahí (en parte ayudado por la lesión de De Bruyne —ánimo para el chico—, que le permitió volver a un dibujo más clásico y rentable).
Luego está el fuera de campo del ex seleccionador, y ahí cada cual tendrá su opinión. Nos permitimos un par de apuntes:
1) No es agradable escuchar a un técnico que, para ensalzarse, se olvida de quienes trabajaron con él y/o ningunea a sus colegas: «Yo devolví al Inter a la victoria (…) El Inter lleva años siendo el más fuerte pero ha ganado menos de lo previsto».
2) No es coherente decir «El Inter de los últimos años es el más fuerte» si es verdad —y lo es— que en su día él mismo se fue alegando falta de competitividad.
3) No es coherente, otra vez, hablar del VAR que «debe intervenir siempre para corregir los errores» (hace un año tras un Inter–Napoli) y callar por legítimo interés propio después de un Napoli–Inter.
4) No es coherente, y van tres, decir —palabras de ayer—: «…Espero que ciertas quejas no condicionen a Rocchi: si un presidente se queja marca una línea importante y eso no está bien», y olvidar que hace menos de un año el patrón De Laurentiis, justo tras un Inter–Napoli, dijo: «Es necesario evitar que se alimenten sospechas y dudas, y el respeto, como subrayó Rocchi, debe ser recíproco para evitar, como dijo él, que se incendie el campeonato (…) Es sabido que a menudo los árbitros sobre el césped no son partidarios de la intervención de los árbitros del VAR, porque las correcciones de sus decisiones les restan autonomía y credibilidad. Sin embargo, ante episodios clamorosos y errores evidentes, el VAR debe intervenir, al menos llamando al colegiado a revisar en el monitor lo sucedido. Esto, por el bien del fútbol». Eh…
Y vamos al meollo. El desastre sobre el verde del Maradona, firmado por el cuarteto arbitral, fue certificado por Rocchi, algo que —por desgracia— ya pasa casi cada semana en su célebre comparecencia. No es tanto la decisión tomada en el campo (equivocada según el propio estamento) como el cómo se tomó: el protocolo reglamentario se lo saltaron a patadas. Un error grave que casa de maravilla con otros despropósitos de la jornada, de Lazio–Juve a Parma–Como y hasta Fiorentina–Bolonia. Un desastre que no se arregla con la habitual ronda de sanciones de Rocchi (uno bajado, otro suspendido y aquí paz y después gloria) porque 1) más que los castigos hacen falta soluciones (y no se intuyen) y 2) a este ritmo nos quedaremos sin árbitros de garantías para el campo.
Y vamos al plato fuerte del día: el banquillo de la Juve. Tudor ha sido destituido y cualquiera entiende que quizá él también era parte del problema, pero está claro que no puede ser el único. Lo explica bien el historial reciente de la pizarra bianconera (demasiados técnicos devorados) y también el millar de millones quemado por el club en los últimos ocho años: una barbaridad. Al margen del sustituto —Spalletti siempre es una apuesta segura—, urge una solución a nivel de gestión (¿qué fue del director deportivo prometido?), porque si no seguirán reformando el ático sin darse cuenta de que, por muy bonito que sea, sin cimientos sólidos está condenado a durar un suspiro.
Una nota sobre la Roma: todavía poco gasperiniana de cintura para arriba, pero decididamente gasperiniana en la cabeza. La plantilla sigue siendo imperfecta, pero si el grupo aguanta el tirón hasta enero y el mercado trae ese par de piezas que faltan… un puesto en Champions está lejos de ser imposible (incluso pasando por ganar la Europa League, por cierto).
Y el Milan, que sufre un poco pero saca un buen punto en Bérgamo ante una buena Atalanta. ¿El motivo? Sencillo: si —entre otros— te faltan Pulisic, Rabiot, tienes a Leao a medio gas y, en general, pocas rotaciones… es lo normal.
Por último, volvemos a la presión de la Lega Serie A sobre DAZN para intentar adelantar los partidos nocturnos a las 20:00. Objetivos: «enganchar al público joven y dar más descanso a los jugadores». Los objetivos convencen a medias, pero la propuesta no es ninguna locura: igual al acabar aún pillas la pizzería abierta.
PD. Qué maravilla Jannik Sinner, no tanto por el título en Viena como por su total indiferencia ante el ruido absurdo montado a su espalda. Ellos hablan, él calla. Y gana. Y los vuelve locos. Gigante.



