A veces es mejor parar y reflexionar. Sobre todo tras tres destituciones en un año
Los entrenadores son así. No quieren quedarse parados: lo que buscan es olvidarse de lo que acaba de pasar, sacudirse el polvo y seguir adelante sin mirar atrás. Casi siempre, tras una mala experiencia, hay quien encuentra banquillo a toda prisa y, luego, resulta que aún no ha digerido lo anterior.
El caso de Ivan Juric es bastante significativo. Tras dejar el Torino FC, con Urbano Cairo muy satisfecho con su técnico pese a no haber alcanzado puestos europeos, apareció la AS Roma, en el peor clima posible, la etapa posterior a Daniele De Rossi. Un desafío que habría sido complicado para cualquiera por cómo estaban las cosas. Hacía falta una figura de garantías como Ranieri, no una de ruptura con el pasado como Juric. Duró lo que duró, y no solo por culpa suya.
¿Y después? El Southampton FC. En un equipo mal construido, que prácticamente no ganaba nunca, con solo un milagro que podía salvarlo. Fue como cabía esperar: descenso cantado y muy pocas victorias. Por último, el Atalanta BC, una oportunidad para coger al vuelo porque había un director deportivo que le conocía bien y un buen terreno donde sembrar. De no ser por las dos experiencias anteriores, Juric habría tenido opciones reales de salir bien. No pudo ser.
Del 10 de noviembre de 2024 al 10 de noviembre de 2025 son tres destituciones en un año. Quizá a Juric le convenga parar un momento y reflexionar: tiene dos años de contrato con el Atalanta BC, puede dejar que todo decante y volver a empezar con más calma. Claro que, si aparece el Spartak de Moscú, puede plantearse volver de inmediato, pero tampoco allí el panorama sería de lo más sencillo.



