Los dobletes de Pellegrino le sientan de maravilla al Parma. Y por fin marca lejos del Tardini

Dos dobletes, dos victorias: ese es el balance de Pellegrino en esta temporada de Serie A. Ayer, en Verona, el Parma sumó su segundo triunfo liguero, también sellado por un doblete del '9' argentino. Como ante el Torino, el ariete fue otra vez decisivo para la victoria del conjunto crociato, con dos tantos quizá no de postal, pero efectivos y, sobre todo, pesados. Además, el doblete de ayer rompió un tabú para Mateo Pellegrino, que hasta ahora no había marcado con la camiseta del Parma lejos del Tardini: todas sus dianas con los crociati habían llegado en casa, también el curso pasado. Una estadística que empezaba a quedársele pequeña al delantero argentino, que por fin se estrenó a domicilio, fuera de la tierra ducal.

Mirando atrás, también se aprecia cómo los dos tantos de ayer reflejan a la perfección las principales virtudes de Pellegrino. En el primero, el propio delantero inicia la acción con una buena peinada, imponiéndose con fuerza a Bella-Kotchap, su marcador directo. Después, el argentino aparece en el sitio justo para empujar de cabeza a la red el balón del disparo de Sorensen que había repelido el larguero. Y en el segundo, Pellegrino actuó como un auténtico depredador del área, aprovechando un error grosero del Hellas Verona que le regaló la pelota para plantarse mano a mano con Montipò. Aun así, esos goles hay que meterlos, y el '9' crociato estuvo fríísimo para batir al guardameta veronés con una vaselina precisa que dio la victoria al Parma. Dos tantos que condensan las virtudes de este joven delantero, con mucho margen de mejora técnica, pero que dejó claro que lleva el gol en la sangre.

Los méritos de esta victoria, eso sí, se reparten entre todos los miembros del equipo, que firmó una actuación de mucho carácter en una plaza complicada como el Bentegodi. Además, ante un rival directo que buscaba su primer triunfo en liga y se apoyaba en el empuje de su afición. El Parma cometió errores, como se vio en el momentáneo empate del Verona: un fallo infantil de Mandela Keita, al que Mosquera le birló el balón y que acabó en el tanto veronés. Pero pese al golpe, los crociati no se descompusieron, mantuvieron el equilibrio y, tras volver a ponerse por delante, cerraron el partido defendiéndose con orden y sin conceder ocasiones. Tres puntos de oro por muchas razones: por la imagen, que subraya el momento de crecimiento del Parma, y por la clasificación, con los crociati que alcanzan al Cagliari y adelantan a Lecce y Pisa. Un resultado que pone la guinda a lo bueno mostrado en las últimas semanas, como siempre ha subrayado el míster Carlos Cuesta.