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A pesar de las supersticiones: a Italia le ha sonreído el sorteo del Mundial. Evitadas las dos bestias negras, la Azzurra sale como favorita. Por eso caer ahora sería aún más dramático

A pesar de las supersticiones: a Italia le ha sonreído el sorteo del Mundial. Evitadas las dos bestias negras, la Azzurra sale como favorita. Por eso caer ahora sería aún más dramáticoTODOmercadoWEB.es
Hoy a las 00:01Editorial
Marco Conterio

'Cuidado con subestimar, porque a estas alturas todos los rivales son rocosos y peligrosos y los precedentes hablan claro'. Podríamos reducir a eso el comentario de la repesca mundialista de la desdichada Italietta, dos ediciones sin el sueño de ser la mejor del planeta, dos ediciones como espectadora: en Rusia y en Catar, mustia, triste y víctima de sus propios males. Pero el oficio obliga a ir mucho más allá de supersticiones y superficialidades. Las bolas del bombo en Zúrich han sonreído a Italia. Irlanda del Norte en semifinales, en Bérgamo, porque San Siro, para nosotros, es demasiado grande, demasiado templo, demasiado sagrado y demasiado estresante para nuestras almas atormentadas. Y luego, una entre Gales y Bosnia; sea en Cardiff o en Zenica, importa poco.

Ha salido bien. Bien porque Suecia era una bestia misteriosa. Cambio en el banquillo: de la mala gestión de Jon Dahl Tomasson al nuevo curso de Graham Potter, que intentará hacer magia y relanzar un ataque que, potencialmente, es de los mejores del mundo, Isak y Gyokeres. Bien porque Irlanda del Norte tiene buenos jugadores pero un ataque apático, sin un dueño, con mucho físico —que sabemos domar— y poca inventiva. Sabe percutir por las bandas y ahí habrá que cubrirse, pero no tiene estrellas: Connor Bradley es un joven con experiencia del Liverpool que en su Ulster hace de comodín para Michael O’Neill, Isaac Price es el máximo goleador del año sin ser delantero y Trai Hume, del Sunderland, es un 'doble' de Bradley que obliga al compañero a readaptarse y reinventarse en otros roles.

Quedarse fuera sería criminal, con todo lo que ello acarrearía, y resulta irónico que, al mismo tiempo que en Zúrich se extraían las bolas del bombo, Gabriele Gravina, presidente de la FIGC, estuviera hablando de la reforma de los campeonatos, del semiprofesionalismo, de la reducción de descensos, de la mutualidad, y que Ezio Simonelli, número uno de la Lega Serie A, arengara sobre la oportunidad para el futuro de nuestro fútbol de un AC Milan-Como en Perth. Se intenta abrir una ventana al futuro, pero para planificar hacen falta también resultados; de lo contrario, esta vez sí tocará empezar de nuevo desde los cimientos. Esos cimientos que esperamos arruinar, metafóricamente hablando, en la visita galesa (ojo, el Dragón tiene talento interesante) o bosnia (algo menos, sobre todo viejos leones) en la eventual final. Dejemos a un lado las supersticiones: el análisis hay que hacerlo como toca. A Italia le ha ido bien en el sorteo de la repesca para el Mundial 2026 en Norteamérica. Por eso, quedarse fuera otra vez sería aún más dramático. Y punto.

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