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Bologna FC, la paradoja del Dall'Ara: equipo de nivel europeo pero un estadio que no ayuda

Bologna FC, la paradoja del Dall'Ara: equipo de nivel europeo pero un estadio que no ayudaTODOmercadoWEB.es
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Hoy a las 09:00Serie A
Leonardo Nevischi

Esta noche, a las 21:00, el Bologna FC se jugará una parte importante de su futuro europeo. Los rossoblù saltarán al césped del Dall’Ara para el quinto partido de la fase de grupos de la Europa League ante el RB Salzburgo. Un duelo atractivo, que hace solo unos años habría parecido casi un lujo, decisivo para el recorrido continental del equipo de Vincenzo Italiano, pero que —a tenor de los números— no ha encendido por igual el entusiasmo de la afición boloñesa.

Según las estimaciones del club, habrá unos 24.000 espectadores en las gradas: 18.000 abonados, una cifra ya de por sí contenida para los estándares de las competiciones europeas, a los que se suman algo más de 5.000 entradas vendidas en las últimas semanas.

Estamos ante una paradoja: un equipo que juega bien, que convence, que está construyendo una identidad europea, y una afición a la que, fuera de la Curva, le cuesta seguirle en masa. No es nuevo: Bolonia siempre ha vivido esta relación particular con su hinchada. La Curva, fiel e incansable. El resto de sectores, más sujetos a las circunstancias, a las posibilidades, a la comodidad.

Y entonces, como suele ocurrir, se reabre el debate. Pero conviene decirlo claro: no se trata de señalar a nadie. Vivimos un periodo económico complicado y pedir a una familia, o incluso a una sola persona, que añada entre semana un partido europeo —con precios nada populares— puede convertirse en un obstáculo real. Y luego está el aspecto más evidente, el que todos ven pero quizá nadie quiere denunciar de verdad: el Dall’Ara es anacrónico. Un estadio descubierto, en pleno noviembre, con temperaturas frías y un confort que ya no responde a las exigencias del fútbol moderno. En estas condiciones, es casi normal que algunos prefieran el calor del sofá a la rigidez de las butacas.

El resultado es una fotografía que no sorprende: entradas aún disponibles en todos los sectores, incluso en la Curva San Luca, donde sigue sin venderse cerca de un tercio de las localidades. Es un dato que invita a la reflexión, sí, pero que no autoriza lecturas superficiales ni, mucho menos, debe interpretarse como una culpa. Más bien como una señal, otra más, de un coliseo que ya no consigue convertir las grandes noches en eventos compartidos por toda la ciudad.

En rueda de prensa, Vincenzo Italiano, preguntado por el tema, apostó por un mensaje de confianza: “Es normal que en Italia, además del público de Bolonia, haya aficionados que llegan de toda la Bota para animar a su equipo y el estadio se llene. Basta pensar en el duelo con el SSC Napoli. Mañana, en cambio, entre que se juega en jueves a las 21:00 y que estamos en una ronda preliminar, es normal que haya menos público. Quizá más adelante será más interesante venir a vernos jugar. Tras el partido de Udine lancé un llamamiento para ver el Dall’Ara lleno, para que nos diera una marcha más, pero nosotros ya tenemos objetivos y motivaciones. Estoy convencido de que todo el estadio intentará echarnos una gran mano, aunque no sean 30.000 aficionados”.

Ahí está, en el fondo, la clave. No importa cuántos sean, sino cómo empujen. Quien esté esta noche en el Dall’Ara lo hará con pasión sincera, con ganas de vivir otra etapa de un camino europeo que se echaba de menos desde hace demasiado tiempo. Los demás, los que se queden en casa, tendrán sus motivos: todos legítimos, todos comprensibles. Sin embargo, para cerrar de verdad la brecha entre entusiasmo deportivo y asistencia, hará falta también un Dall’Ara nuevo, moderno, capaz de acoger y no disuadir.

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