Tudor, peor que Thiago Motta: ya es crisis. Juve sin ideas, fútbol plano. Nico Paz eclipsa a Yildiz gracias a Fàbregas. Hace falta Vlahovic. El AC Milan, tirado por Leao: el Scudetto en la cabeza. La Fiorentina protesta contra el árbitro

Tudor es peor que Thiago Motta, su Juve es plana, previsible y sin alma; sus decisiones, discutibles. La tabla y los números lo confirman. Hace un año los bianconeri eran terceros con trece puntos, por detrás del SSC Napoli y del Inter FC, y aún no habían perdido. Hoy son, tristemente, séptimos con doce.
La derrota ante el Como, como era de esperar, dejó al descubierto todas las carencias y los defectos de un equipo que arrancó con grandes ambiciones y esperanzas, pero sigue buscando identidad y un plan de juego.
El contraste fue durísimo.
De un lado, el Como: un equipo organizado, con una idea clara que persigue, que muerde arriba, ataca, verticaliza y se repliega con criterio, cerrando líneas de pase y espacios.
Del otro, la Juventus, atada a las ocurrencias de Conceição, al talento de Yildiz (ayer, bien neutralizado) o a los arreones de Thuram. Poca cosa y poca chispa.
El duelo a distancia entre dos grandes talentos, dos potenciales cracks del futuro, Paz y Yildiz, resume lo sucedido.
Nico Paz es el centro del juego: el equipo le busca y potencia su posición y sus virtudes; a su alrededor se mueven los compañeros, le ofrecen soluciones y apoyo.
Yildiz, en cambio, tiene que apañárselas solo: la luz no se enciende nunca, siempre con dos encima. No se le puede pedir a un chico de veinte años que gane los partidos por su cuenta, y ayer no lo hizo.
La Juve vuelve a quedar lejos de las expectativas de sus aficionados, que quieren volver a ser protagonistas. No tiene ni plantilla ni entrenador para competir por el Scudetto, como vendieron los de siempre, los vendehumos, tras la victoria contra el Inter FC.
Tudor, respecto a Motta, sólo ha aportado un plus de sentido de pertenencia, carácter de juventino de verdad; el resto, poca cosa. Quien sepa —o deba— leer los partidos más allá del marcador debería haber visto los defectos de una Juventus con jugadores normales en todas las líneas, de Kelly a João Mário, de McKennie a David y Openda, o futbolistas involucionados como Cambiaso, Koopmeiners y otros. A eso se suman los límites de Tudor, que en lugar de hacer crecer al grupo a través del juego se agarra a las individualidades y cambia constantemente de intérpretes sin dar certezas. Espero, por su bien, que no eligiera el once de ayer pensando en el duelo de Champions del miércoles ante el Real Madrid, pero me cuesta ver en el banquillo a gente como Vlahovic y Gatti mientras en el campo están David o Rugani, con todos los respetos. Pero no es sólo eso. El cambio de dibujo, con defensa de cuatro y centro del campo de tres, dio algo más de equilibrio, pero sin ideas y sin movimiento sin balón fue más difícil activar la circulación ofensiva. “Conceição, arréglalo tú”, parece el nuevo plan. Pero el portugués repite la misma jugada: se va solo. Es humo. Cuando supera a su par necesita opciones que no existen y termina buscando siempre el típico disparo con rosca hacia dentro que rara vez entra.
Esta es la Juve, hija de decisiones de mercado muy discutibles en verano: nadie vio que hacía falta un centrocampista con gran personalidad y un defensa, con Bremer saliendo de un año parado, y se prefirió invertir en delanteros de cristal como David, Openda y Zhegrova —recién salido de una lesión— cuando en casa tienes a Vlahovic. El serbio cobra doce millones: no ponerle es pegarse un tiro en el pie, y me quedo corto. Si es una forma de castigarle, a él le da lo justo; ni siquiera han entendido cómo es.
Pero todo nace de una propiedad sin un plan definido: lleva cinco años cambiando directivos y entrenadores, gastando un dineral y, ahora, cansada, exige recortar la masa salarial y tener los números bajo control.
Comolli y su equipo, los franceses, no parecen unos genios: la decisión de confirmar a Tudor y la primera ventana de fichajes dejan fuertes dudas. Aun así, acaban de llegar; dan ganas de decir: dejémosles trabajar.
En cualquier caso, hará falta tiempo (si se lo dan) para devolver a la Juve al lugar donde siempre debe estar: en la pelea por el Scudetto y siendo protagonista en las copas.
Mientras tanto, el AC Milan es líder en solitario con Allegri en el banquillo. Esto confirma la debilidad de la Juventus como entidad.
En rossonero, junto a otro hombre de fútbol como Igli Tare, y con dirigentes que le han pedido simplemente que sea Allegri, convertirse en el líder del nuevo curso, el técnico ha podido trabajar tranquilo y expresarse al máximo, sin los condicionantes del último periodo bianconero, con demasiados choques con la dirigencia, empezando por Giuntoli.
Allegri le ha dado alma y juego al Milan; se vio desde el principio.
Con su sello, sus principios, y algunos retoques, también gracias a un staff de once personas y a programas de renovación que Allegri quiso implementar. Ayuda no tener las copas.
Los resultados son evidentes: la cohesión y la personalidad de este grupo son altas. No por casualidad ayer derrotó a la ACF Fiorentina pese a la ausencia por lesión de cinco jugadores fundamentales y tirando de dos veinteañeros como Bartesaghi y Athekame.
Se encargó Leao, por primera vez de inicio, de lanzar un mensaje fuerte y claro: el Milan está en la pelea por el Scudetto. Y se lo cree.
El portugués firmó primero el empate y luego la victoria, transformando por primera vez un penalti desde que está en el Milan. Señal potente: su personalidad ha crecido, quiere convertirse en el líder de este equipo, como le pidió Allegri desde el primer día de pretemporada.
Si Leao da por fin el último salto de crecimiento esperado desde hace años, para Allegri puede convertirse en una obra maestra.
La ACF Fiorentina, tristemente en el fondo de la clasificación, enseñó algo más que en los últimos partidos, pero no supo mantener la ventaja ni aprovechar a un Milan condicionado por las bajas.
Los viola cargan con dureza contra el árbitro Marinelli por el penalti decisivo señalado con el VAR, pero hicieron poco por intentar ganar. Pioli no está en discusión, fue ratificado en caliente, pero demasiados jugadores están por debajo de su rendimiento habitual y otros parecen sobrevalorados. Situación complicada para un equipo que partió con ambiciones de Champions.