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¿Qué fue del proyecto de la Juventus? Cada temporada, año cero; y esta vez, aún peor. Te explicamos por qué el plan Tudor estaba viciado de origen

¿Qué fue del proyecto de la Juventus? Cada temporada, año cero; y esta vez, aún peor. Te explicamos por qué el plan Tudor estaba viciado de origenTODOmercadoWEB.es
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Hoy a las 00:00Editorial
Raimondo De Magistris
Nacido en Nápoles el 10/03/88, licenciado en Filosofía y Política por la Universidad Oriental de Nápoles. Trabaja en TMW desde 2008, fue subdirector durante 10 años. Enviado con la Selección y presentador en Radio Sportiva

En estas horas en la Juventus está ocurriendo exactamente lo que todos esperaban. A las primeras dificultades de un equipo armado más para pelear por la cuarta plaza que por el Scudetto, construido sin resolver el caso Vlahovic y con un déficit objetivo de calidad en la zona ancha, el entrenador Igor Tudor queda cuestionado. La postura oficial hoy es: "No se contempla el despido ni siquiera en caso de doble derrota ante el Real Madrid y la Lazio". Pero luego, ya se sabe... No sopla buen viento alrededor del técnico croata, que hoy está exactamente donde la pasada primavera muchos pensábamos que estaría. En la cuerda floja.

Es inevitable. ¿Recordáis lo que dijo el pasado 25 de mayo? Él, que en marzo fue llamado para llevar a la Juventus en el tramo final de temporada, un par de meses después, tras certificar la plaza para esta Champions League, exigió claridad. "Ir al Mundial de Clubes sin conocer mi futuro no sería justo ni para mí ni para el club", palabras de Tudor tras la victoria contra el Venezia FC. Cristiano Giuntoli seguía, y sobre todo la Juventus aún no había decidido el futuro de un técnico al que se seguiría viendo como interino incluso tras el cambio de director general. Incluso después de entregar las llaves del proyecto a Damien Comolli.

Al final, Tudor se queda y el 13 de junio incluso le renuevan. Justo antes de viajar a Estados Unidos. Pero, ¿por qué se queda? Primero, porque Aurelio De Laurentiis convence a Antonio Conte para no marcharse tras la conquista del cuarto Scudetto. Lo aparta del interés de Giorgio Chiellini y lo retiene con la promesa de un SSC Napoli aún más ambicioso. Y después, porque la llamada a Gian Piero Gasperini llega fuera de plazo: cuando el técnico de Grugliasco ya se había reunido con los Friedkin para sellar su nuevo acuerdo con la AS Roma. Cuando ya había dado su palabra definitiva a Claudio Ranieri. En ese punto, la Juventus detiene su casting y opta por una continuidad fruto de un par de negativas muy pesadas. Una de esas confirmaciones poco convencidas que se tambalean a la primera dificultad. Y así ha sido...

Así empezó en la casa bianconera el enésimo año cero. Ya es una preocupante compulsión a la repetición en un club que, tras el primer ciclo de Allegri, no ha vuelto a encontrar su guía. Ha sacrificado a un entrenador tras otro en el altar de una planificación que ha perdido la mirada a medio y largo plazo. Sarri, Pirlo, el Allegri bis, Motta y ahora Tudor. Técnicos aclamados como salvadores de la patria, fichados para borrar de un plumazo el pasado y luego sacrificados para esconder bajo la alfombra los problemas de fondo. Entrenadores puestos al frente de un proyecto nuevo cada vez, que debía borrar el anterior. Proyectos que han arrojado resultados cada vez peores.
En este contexto es muy difícil pensar que Tudor pueda ser la excepción a la regla: al menos Motta, en 2024, era la primera opción para el banquillo. Tudor, en cambio, un año más tarde fue ratificado solo después de que dos colegas rechazaran la propuesta. Así es muy complicado llegar lejos.