Primero sonrisas con el segundo de Sarri, luego el mundo al revés: Mau tumba a Max… a lo Allegri

La noche del Olímpico arrancó con un intercambio de cortesías y sonrisas. Maurizio Sarri y Massimiliano Allegri, tan opuestos en el fútbol como Hegel y Schopenhauer en la filosofía, se saludaron como si tres días antes —y en más de una ocasión a lo largo de sus carreras— no se hubieran mandado a paseo. Bien así; faltaría más. El técnico livornés, antes del pitido inicial, también cruzó sonrisas con Marco Ianni, segundo de Sarri en el banquillo de la SS Lazio, unido a Max básicamente por la sanción (con multa) tras el cara a cara (casi) captado en su último cruce en San Siro. Luego, el mundo al revés se trasladó al césped.

Mau tumba a Max… a lo Allegri. Hasta cierto punto, eso sí: la SS Lazio intentó desplegar su juego durante toda la noche y, a los puntos, quizá también mereció ganar, con el habitual Mike Maignan entre los mejores del partido. Sin embargo, el AC Milan fue superior tras el descanso, y hay un dato que lo dice todo: 42% de posesión para la Lazio, 58% para el Milan. El balón fue de Max, sorpresa mayúscula.

Otras estadísticas, además del ojo de quien vio el partido, dibujan un guion no del todo acorde con sus respectivas filosofías: el AC Milan completó 646 pases, casi doscientos más que los 460 de la SS Lazio, obligada a muchas más intervenciones defensivas (17-8). Y luego, la zaccagnata que decidió el choque: en perfecto estilo Allegri.