Calabria: 'Italiano, un fanático del fútbol. No quería alinearme contra el AC Milan...'

'Es un gran entrenador, un fanático del fútbol'. Davide Calabria, que hoy juega en Grecia con el Panathinaikos, habla así de Vincenzo Italiano, su entrenador en el Bolonia. Entrevistado por Rivista Undici, el ex capitán del AC Milan describió así su relación con el técnico del Bolonia: 'Habla de fútbol 24 horas al día con cualquiera. Esa obsesión también es su virtud: está muy preparado y siempre ha hecho las cosas bien. Encaja a la perfección en el Bolonia'.

Entre las curiosidades que desveló Calabria, destaca que Italiano no quería alinearlo contra el AC Milan: 'Estaba convencido de que iba a jugar; la primera vez me llamó a su habitación y me dijo que me hacía un favor no poniéndome de inicio, que iba a sentir demasiadas emociones. Y por eso nunca me puso de titular ante el AC Milan; entré con el partido en marcha, pero no es lo mismo'. Una decisión que Calabria dice entender, 'aunque no la compartía'.

A lo largo de la entrevista, Calabria también volvió sobre su adiós a los rossoneri: 'En la vida todo acaba, así que tarde o temprano iba a pasar. Claro, siempre esperé que fuera más tarde que pronto. Estoy súper orgulloso de haber formado parte del AC Milan durante tantos años, entre la cantera y el primer equipo. Como aficionado, jugar en el AC Milan era mi sueño y lo logré; nunca imaginé llegar a ser su capitán'. El regusto amargo, si acaso, le queda por cómo terminó todo: 'Hubo cosas que dolieron a todos, nacidas en una temporada complicada por determinados factores. Creo que el que más perdió fui yo; quizá estaba demasiado ligado al AC Milan y me costaba tragar según qué cosas. Aquellos meses fueron duros. Hasta que ese malestar acumulado afloró y se tomó la decisión de separarnos. La situación se había vuelto insostenible, había que hacer algo. No era en absoluto mi intención dejar el AC Milan'.

Sus lágrimas al despedirse de Milanello dieron que hablar en el momento del traspaso: 'Fue todo muy rápido. Un momento un tanto surrealista. Me iba de Milanello para no volver a entrar. Y me costó mucho aceptarlo después de tantos años. Pensaba que ya no volvería a ver a toda la gente que trabaja allí, a mis compañeros, que me pedían que no me fuera. Para ellos debía quedarme; a día de hoy me lo siguen repitiendo'.