Tudor se va si no vence al Udinese. Hace falta Mancini, no Palladino. Tercer KO. David, fiasco; alineación equivocada. Árbitros en graves apuros: que el VAR les ayude más, aunque sea a costa del protocolo
Tercera derrota en una semana: la Juve ya no sabe ganar ni marcar. Sin juego, con cambios constantes de hombres y sistemas, cero ideas. Ni ante la Lazio: los bianconeri solo tiran de casta en los momentos de desesperación, cuando toca remontar.
Por lo demás, un fútbol plano, sin salida ofensiva. Podría repetir lo que escribí tras la caída ante el Como: las dificultades son tan evidentes que Igor Tudor no puede quedar al margen. El miércoles que viene, el duelo contra el Udinese huele a 'última bala', y sorprendería lo contrario. O gana o se va a la calle, ese es el ambiente. Y si el club decidiera cambiar, es hora de poner en el banquillo a un técnico experimentado, con carisma, ganador. Se me viene a la cabeza Roberto Mancini; el perfil apunta inevitablemente a alguien de ese calibre tras el fiasco de Thiago Motta y las evidentes dificultades de Tudor. Para entrenar a la Juventus no basta con ser buen técnico: la presión, las expectativas y la urgencia por volver a ganar exigen a alguien que conozca bien ese ecosistema, que ya haya vivido esas situaciones y sepa gestionarlas.
Empieza a circular peligrosamente el nombre de Palladino, quizá porque sale barato, quizá porque ya trabajó con Modesto. El riesgo sería enorme: en Florencia también mostró graves carencias de experiencia y, con el buen equipo que tenía, debió hacer más. Dimitió por no saber gestionar el pulso interno con el director deportivo Pradé. Y, además, su fútbol era poco moderno.
A la espera de saber qué hará de verdad el club —hay quien quiere aguantar hasta el parón de noviembre—, queda un equipo con poca identidad. Anoche, ante una Lazio hecha trizas por tantas lesiones y el fiasco de un mercado fallido, Tudor salió con doble '9' en un 3-5-2 y puso a Conceicao de carrilero derecho, un ida y vuelta que lo reventó físicamente e impidió que llegara fresco a la zona donde hace daño. ¿Conclusión? La organización táctica de Sarri se lo comió. A Vlahovic no le llegó ni un balón decente; es evidente que la Juve no tiene fluidez ni mecanismos: se tiende a rifar el balón. Y el gol a los pocos minutos, tras una ligereza de David, bastó para que al técnico le entrasen los arrepentimientos y cargase contra Cambiaso por su poca agresividad, quizá porque estaba justo delante del banquillo y lo veía mejor. El carrilero pasó al medio y McKennie a la banda.
Luego lo cambió al descanso para apostar por una alineación descarada con cuatro delanteros. Para después recular y meter un centrocampista más cuando la Lazio tuvo dos o tres contras clarísimas, y volver a las cuatro puntas en el tramo final. Más allá de los dibujos, quedan actuaciones sonrojantes como la de David y ese asedio a la desesperada del último cuarto de hora, sin claridad, colgando balones al área de una Lazio agotadísima que, aun así, respondió con automatismos más claros que los bianconeri. En televisión escucho a opinadores que jugaron con Tudor; obviamente esperan que no le destituyan. Comprensible. Nadie desea lo contrario, pero es evidente que esta Juve tiene poca identidad y, tras meses, sigue buscando soluciones a tantos problemas.
Empezando por la circulación ofensiva, que no mejora con cuatro puntas. Al contrario.
Peor que la Juve, solo los árbitros, que siguen fallando: en Nápoles, en Florencia... Anoche, Colombo en ese Lazio-Juve no expulsó a McKennie y los bianconeri reclaman un penalti. En casi todos los campos veo colegiados dubitativos, casi asustados. Han perdido certezas. Algunos no dan el nivel. El contexto externo, esa guerra interna que podría llevar en breve a los árbitros de Serie A y B a abandonar la AIA, no ayuda en absoluto.
¿Qué hacer? El colectivo arbitral es el que es; no hay varita mágica. Rocchi está intentando dar entrada a algunos jóvenes, pero hará falta tiempo. Lo más irritante es la disparidad de criterio en acciones que parecen similares: penaltis casi calcados que se señalan o no, revisiones del VAR a veces excesivas y otras inexistentes.
Si yo fuera el designador, vista la mala racha y el bajo estado de forma de algunos árbitros, daría un consejo que el protocolo no pide y que suena políticamente incorrecto, pero lo daría: dejad que el VAR os ayude más. Quiero más revisiones en las jugadas más controvertidas o, simplemente, un apoyo para que el árbitro tenga más tiempo de reflexión viendo las imágenes. Sin invasiones de campo del árbitro del VAR de turno; solo para un análisis más sereno con una ayuda externa que, ahora mismo, me parece necesaria.



