Bolonia, errores de bulto con Casale en el foco: se rompe una imbatibilidad que duraba desde mayo

La primera derrota en casa de la temporada llega de la forma más amarga e inesperada. El Bolonia cae 1-3 en el Dall’Ara ante una Cremonese implacable, impulsada por el doblete de un incombustible Jamie Vardy y la firma de Martín Payero (auténtica bestia negra de los boloñeses: el argentino marcó su tercer gol contra el Bolonia de los cuatro que suma en la Serie A). De poco sirvió, para los de casa, el penalti transformado por Orsolini con el choque ya muy cuesta arriba.

Un resultado que pone fin a una racha de imbatibilidad en el Dall’Ara que duraba desde el pasado 24 de mayo, curiosamente otro 1-3, aquel contra el Genoa en la última jornada de la pasada temporada, cuando el ambiente era el distendido de los festejos tras la conquista de la Copa de Italia. Esta vez no: ha sido una caída en toda regla, inesperada, justo cuando la afición acariciaba el tercer puesto.

“Una noche torcida”. Así lo definieron Vincenzo Italiano y Riccardo Orsolini en rueda de prensa. Seguro que “para olvidar” —añadimos nosotros— para Nicolò Casale. En un Bolonia que por primera vez en la temporada no brilló en su conjunto, el central, ex de la Lazio, fue el señalado.

Su partido duró apenas una parte, y quizá ya fue demasiado. Errores gravísimos en la salida de balón, lecturas a destiempo, cierres blandos: una cadena de fallos que culminó con Payero ganándole la espalda en una llegada por sorpresa y con el regalo del 0-2 a Vardy, a quien le abrió una autopista en el corazón de la zaga. Una escena que remite de inmediato al episodio más oscuro de su etapa de rossoblù: el desastre del 19 de octubre de 2024 ante el Genoa, cuando sus errores propiciaron la remontada y el doblete de Pinamonti en el 2-2 final.

Tras la buena actuación ante el Udinese junto a Heggem, Casale le había ganado la partida a Vitik en las jerarquías de Vincenzo Italiano y parecía en el camino de volver a ser el central admirado en Verona. Pero hoy, al lado de Lucumí, el paso atrás fue estrepitoso. Una actuación que obligó a Italiano a sentarle al descanso para evitar males mayores en una noche que para él se estaba convirtiendo en una pesadilla. “Son situaciones que pueden pasar —comentó Italiano—. He intentado evitar cargar aún más una actuación que no estaba a la altura. Era justo que tomara aire y Heggem entró bien”.

El técnico boloñés deberá reconstruir ahora la solidez y las certezas que hasta hoy habían marcado el camino de su equipo. Y, sobre todo, tendrá que entender qué le ocurrió a una defensa que, en cuestión de una noche, se mostró más vulnerable que nunca.

El Dall’Ara no caía desde mayo. Ahora que lo ha hecho, el Bolonia está obligado a que esa grieta no se convierta en fractura. Y la opción de resarcirse llega ya el jueves, cuando los boloñeses recibirán al Parma en los octavos de final de la Copa de Italia. Partido a vida o muerte que los vigentes campeones no pueden dejar escapar.