Spalletti se va a la Juve con el Napoli tatuado en la piel. Como habría hecho cualquiera

Tras el anuncio oficial, partamos de un hecho: Luciano Spalletti, nuevo entrenador de la Juventus, nunca dijo que nunca iría. Y tanto da lo del doble "nunca". A una pregunta directa, en julio de 2023, respondió esquivando cualquier compromiso: "Es una pregunta demasiado difícil de responder, ahora no son más que especulaciones baratas". Eso sí, al decantarse por la selección italiana dijo que no podría entrenar a otro equipo en Italia. Por entonces, no para siempre.

Segundo hecho: Luciano Spalletti, nuevo entrenador de la Juventus, dirigirá a los bianconeri con el Napoli tatuado en la piel. No porque lo animara de niño ni por una pasión visceral; de hecho, no se tatuó "el Napoli". Se tatuó el cuarto scudetto del Napoli, el primero de su carrera como técnico: tras veinte años escuchando "bien, pero...", viéndose etiquetado como el eterno segundo, el bueno que no gana, cuesta encontrar algo reprochable.

Último hecho: Luciano Spalletti, nuevo entrenador de la Juventus, ha hecho lo que habría hecho cualquiera. En su situación y fuera de ella. Tras una experiencia decepcionante con la selección italiana, recibió la llamada del club más laureado de Italia. Sobre la mesa hay también mucho dinero, pero ni siquiera va de eso: la Juve, para 99 entrenadores de cada 100 a nivel mundial —dejemos al margen, si acaso, la categoría de los Guardiola—, es la consagración de una carrera. Y, en su ámbito profesional, cualquier aficionado (sí, también del Napoli) aceptaría ir a la que desde hace más de un siglo es (guste o no, paciencia) la mejor empresa de su sector. Como ha hecho Spalletti. Se llevará los pitos de sus antiguos seguidores: forma parte del juego. Pero no ha hecho nada malo; al contrario.