Cuándo nos robaron a nuestro Real Madrid
El deporte, ante todo, es alma y corazón. Es el mejor y más cercano sinónimo de creer que se puede revertir un resultado negativo aunque se acabe el tiempo. El Real Madrid es, probablemente, lo que más ha rozado la pureza sentimental dentro de estas dos emociones que comento, pero en cosa de año y medio todo se ha evaporado como si nada. Desde arriba hasta abajo del todo es como si solo un par de eslabones se mantengan en pie, y si ni siquiera el Partenón pudo aguantar al paso del tiempo por la falta de cuidado y protección, nuestro club (o lo que sea ahora) tampoco.
Cada época en la historia ha tenido sus grandes obras, ya sea en la arquitectura, escultura, pintura... en definitiva, dentro del arte. Así, el Real Madrid es la obra magna del ser humano en la época contemporánea y actual, tanto por la magnanimidad como por el significado que ha formado a lo largo de tantos años en diferentes vidas de muchas generaciones. Y todavía me sigo preguntando qué se supone que ha pasado para pasar de un equipo que apuntaba a marcar una época legendaria, a lo de hoy. Continuas peleas entre aficionados por diversos temas, unos jugadores que emocionalmente solo responden pocos en plantilla, y un entrenador que, de momento, ha cambiado radicalmente sus ideas en apenas cuatro meses, lo cual no habla muy bien. Y no de él, sino de lo que ha producido esto.
La temporada 2023-2024 ya ha superado al resto de campañas que tenía en mi lista como favoritas, y por mucho. Pese a los enfados con Carlo Ancelotti y muchas decisiones que tomó el italiano, me he ido dando cuenta que jamás sentí tanta intensidad por unos jugadores como aquel año. Fue y será irrepetible. La marcha de Karim Benzema y el relevo de Vinicius Jr en el frente de ataque con el '7' a la espalda. La llegada de Jude Bellingham y su protección al escudo como la lucha por él hasta el final de cada partido. El bonito y doloroso último baile de Toni Kroos, dejando atrás un legado con el '8' que pesa más al aficionado que a la historia en sí. La consagración de Fede Valverde como el jugador más importante del equipo y que nunca, pero nunca, dejó que se manchase la institución en los partidos malos.
Y todo murió al final de esa temporada. Echando la vista atrás, la pasada fue un cúmulo de desastres que nadie pudo tapar. No por incapacidad, tampoco por falta de ganas, sino porque era imposible. Aun así, seguía viendo a nuestro Real Madrid porque había jugadores que sí quisieron, pero no pudieron. Este año va todavía a peor, y son muchos factores los que lo explican a gritos. Tampoco ayuda alguna situación deportiva, y todo lleva a la misma conclusión, aunque no seré yo quién lo diga.
Ya he asumido que aquel Real Madrid no volverá, al menos hasta dentro de varios años. Que este es otro, más frágil y decepcionante, pero también sin alma ni corazón para asumir una historia que no son capaces de soportar.



