
Xabi tiene mucho trabajo por delante en el Real Madrid
La derrota del Real Madrid en Montjuïc ante el Barcelona no ha hecho más que evidenciar la nefasta temporada del equipo madridista y las carencias de la plantilla. La decimotercera derrota de los blancos, y el cuarto Clásico perdido, ha sentenciado a un equipo que parece haber perdido el alma competitiva, las ganas de sobreponerse a la adversidad y ese orgullo eterno con el que siempre saltaba al césped. Carlo Ancelotti tiene parte de responsabilidad, como es evidente, pero los jugadores también han dejado de lado a su entrenador. Un técnico que es el más laureado de la historia del club y que, en infinidad de ocasiones, ha dado la cara por ellos.
En el Olímpico de Montjuïc solo Mbappé mostró verdadera intención de ganar el partido. El resto del equipo estuvo desconectado, como si no fuera con ellos. El técnico italiano observaba a los suyos con gesto serio y desconcertado tras ver cómo, después de ponerse 0-2 en el marcador, eran remontados 4-2 en apenas veinte minutos. Un partido que resume a la perfección la tónica del equipo esta temporada. Los jugadores, por mucho cariño que les tenga la afición, fueron los grandes señalados. No solo por los errores cometidos, sino por la falta de actitud al representar la camiseta del Real Madrid. Ni un ápice de enfado, rabia o impotencia al ver cómo, una vez más, el eterno rival se impone con contundencia. A pesar de que el resultado final fuera de 4-3.
SU TRABAJO IMPECABLE EN ALEMANIA DEBE TRASLADARLO AL REAL MADRID
Por todo ello, Xabi Alonso tiene un enorme trabajo por delante. No bastará con su llegada para cambiar el panorama y devolver al conjunto blanco al escaparate de los ganadores. Harán falta refuerzos y, sobre todo, un compromiso colectivo que este año apenas ha existido. Ese quizá sea el reto más exigente que afrontará el tolosarra en su desembarco en el banquillo merengue: transmitir a los jugadores la necesidad de trabajar en equipo, correr, presionar y dejarlo todo en el campo. Más allá de los ajustes tácticos que considere oportunos, Xabi —que sabe bien lo que significa vestir esa camiseta— debe hacerles entender que, por mucha calidad que se tenga, la actitud no se negocia.
En su exitosa etapa en el Bayer Leverkusen se hizo grande precisamente por eso. Por el compromiso de un equipo al que cogió en descenso y al que, en poco tiempo, convirtió en campeón invicto, destronando a un Bayern de Múnich que había monopolizado la Bundesliga durante años. Sus futbolistas crecieron bajo una mentalidad exigente, entendiendo que cuanto más se trabaja, más cerca se está de alcanzar los objetivos. A partir de ahí, el juego del Leverkusen se volvió vistoso, valiente, atrevido y elegante. Ganaban desde la presión adelantada, con combinaciones al primer toque, y goleaban sin piedad. El fútbol alemán se rindió ante ellos.
SU RETO MÁS COMPLICADO EN EL CLUB
Ese será su mayor desafío. Xabi sabe que el Real Madrid es un universo completamente distinto, casi paralelo al resto del fútbol mundial. Aquí no solo hay estrellas, también egos y jerarquías muy marcadas. Un ecosistema a veces incomprensible, al que deberá adaptarse desde el primer minuto en la capital de España, y que probablemente se pondrá a prueba en el próximo Mundial de Clubes. Xabi, hazles correr. Son muy buenos, tienen muchísima calidad y han dado innumerables alegrías a la afición. Pero el fútbol no tiene memoria, y el Real Madrid es el club más exigente del mundo. Muchos tienen el colmillo anestesiado, están saciados de títulos y puede que hayan perdido el hambre por demostrar que, si se ponen el mono de trabajo, volverán a ser los mejores.