El reto de Spalletti: darle un proyecto a la Juve. Giuntoli y Motta ya lo intentaron

Luciano Spalletti, al decir sí a la Juventus, de la que será nuevo entrenador en cuestión de minutos, ha aceptado un reto. Mucho más profundo que intentar meter a los bianconeri, cuya plantilla sigue siendo claramente competitiva, en la Champions League. Se trata de dotar al club de una visión, de un proyecto, de un horizonte al que apuntar: algo que, a su pesar, Igor Tudor, llegado como interino y ratificado por el director general Damien Comolli por falta de alternativas, no estaba en condiciones de ofrecer a la Vecchia Signora.

No es un desafío sencillo, porque la Juve no tiene un horizonte claro al que apuntar, al menos no sostenible, desde que se fue Beppe Marotta. Andrea Agnelli tenía una visión, sí, pero se vino abajo al chocar con unas aspiraciones demasiado ambiciosas. Después estuvo Allegri, que no pudo hacer mucho más que mantener unido lo que quedaba. Luego, Cristiano Giuntoli al menos lo intentó, llamando a Thiago Motta a la sombra de la Mole Antonelliana.

A pesar de sus errores, el directivo toscano y el técnico italo-brasileño impulsaban una idea de Juventus, una hoja de ruta para devolverla a la grandeza. Gustara más o menos, era un punto de partida, un camino a seguir. Imperfecto, de acuerdo, pero quizá cortado demasiado pronto por esa prisa que en el fútbol lo devora todo, como le ocurre a una Juve que lleva triturando a un gran dirigente como Giuntoli y a varios entrenadores desde hace demasiado tiempo. Ahora le toca al ex seleccionador ser la cabeza visible de una Vecchia Signora que no gana de verdad desde hace mucho, y cuya propiedad, en contrapartida, debe conceder algo de tiempo (y de confianza) a quienes pone al mando.