El foco está en los cánticos, pero Gattuso debe centrarse en evitar el tercer desastre mundialista consecutivo
"Andate a lavorare". Todo, o casi, el pospartido del Moldavia-Italia, que acabó 0-2 con los dos goles de Italia llegando en el 88' y el 92', giró en torno a ese cántico, que brotó de la grada del estadio Zimbru, en Chisináu, y lo corearon los 500 italianos que habían acompañado a la selección en este desplazamiento. Rino Gattuso, seleccionador de la Azzurra, no se mordió la lengua con sus aficionados, ni en televisión ni en sala de prensa, y llegó a decir que "no representan al verdadero hincha italiano". Una rajada, sin duda, que acaparó los focos, quizá en exceso. Porque Italia, aunque el reglamento sea, como poco, peculiar y con seis victorias en siete partidos no tenga sentido no lograr el billete directo y tener que pasar por la repesca, está igualmente ante una encrucijada y corre el riesgo real de quedarse fuera del Mundial por tercera vez consecutiva.
Un disastro da evitare.
Así que basta de polémicas estériles: los aficionados pagan su entrada y son libres de expresar lo que piensan, siempre sin caer en ofensas personales graves. El cántico "andate a lavorare" no entra en lo censurable y, por eso mismo, el seleccionador y todos los jugadores deben centrarse en los tres próximos partidos, que serán decisivos para el pase al Mundial. Primero, Noruega, aunque cuenta lo justo: solo una victoria por 9-0 o más daría a Italia el billete directo para Estados Unidos, México y Canadá; después, las dos eliminatorias de repesca, que no se pueden fallar.
Gli spettri del passato.
En 2017 fue Suecia quien mandó a la Azzurra al infierno; en 2022, el batacazo llegó en Palermo ante Macedonia del Norte. En noviembre tocará otra repesca y esta vez no cabe otro tropiezo. Toca pensar en ganar esos dos partidos, no en cánticos y pitos. Porque los aficionados italianos, sean o no "los de verdad", merecen celebrar, no escuchar lamentos tras el enésimo grupo de clasificación al Mundial sin ganarlo.



