Menu
1ª División2ª División A2ª División BEuropaLatinoaméricaOtras noticias
CalendarioNetworkRedacciónContactos
Canal Primera División
AlavesAlmeriaAthleticAtletico MadridBarcelonaCadizCelta VigoGetafeGironaGranadaLas PalmasMallorcaOsasunaRayo VallecanoReal BetisReal MadridReal SociedadSevillaValenciaVillarreal
exclusiva

Padre e hijo en cuarentena en el estadio del Málaga: “Solos en la casa de 30.000 aficionados”.

EXCLUSIVA TMW - Padre e hijo en cuarentena en el estadio del Málaga: “Solos en la casa de 30.000 aficionados”.TODOmercadoWEB.es
martes 21 abril 2020, 14:00Primer Plano
de Redacción TMW
fuente Giacomo Iacobellis

En el césped del estadio del Málaga había una vez dos hombres y un perro… Parece el inicio de un cuento para niños, al menos para los pequeños aficionados de los “Boquerones” pero es uno de los más curiosos efectos del coronavirus en Andalucía. A causa del confinamiento nacional Andrés y Andy Perales se han encontrado desde hace más de un mes, encerrados en total soledad en el interior de La Rosaleda, en el estadio de su equipo del alma. En todo caso en su casa. El ex polivalente de 85 años del club albiazul y su hijo de 43, hoy, son los únicos que saltan al campo en toda España. Una cuarentena especial, que ha suscitado obviamente interés y un poco de envidia en todo el mundo, pero que los dos guardianes malaguistas están viviendo con la ligereza de siempre. En lo que es desde hace 30 años su rutina diaria, no sólo en los días de partido.

“Echo de menos el fútbol. Hablo sobre todo del ambiente, de la adrenalina, los cánticos, los aficionados, los jugadores en el campo… Es triste ver La Rosaleda tan silenciosa, tan vacía. No me había pasado en todos estos años, no había vivido una situación tan fea a tal punto”, explica en exclusiva a TMW un emocionadísimo Andrés Perales. “Ahora estoy jubilado, pero el Málaga sigue siendo mi vida y esta es mi casa. Lo ha sido ayer, lo es hoy y lo será por siempre. Desde 1966 trabajo para el club. He hecho de todo, chófer, jardinero, masajista, guardia o delegado de campo. Y este club siempre me ha demostrado gratitud, no puedo olvidarlo”.

La familia Perales se trasladó aquí en el lejano 1989, cuando a Andrés le fue propuesto ir a vivir con sus familiares en una de las casetas construidas dentro del estadio en el Mundial de 1982. El inicio de esta historia de amor que lo ve en su sitio en el mundo, inmerso entre recuerdos de una vida vivida en blanquiazul: “No cambiaría nunca mi casa, con nada y con nadie. Es una suerte poder vivir la cuarentena en el estadio. Cuando hace sol y me siento en forma doy dos o tres vueltas al campo y tengo sensaciones fuertes”.

Sonríe don Andrés, todavía lleno de ganas de vivir y de volver pronto a festejar los goles de Sadiku y compañía. Pese a la lejanía de sus nietos, le hacen compañía Andy y su perro. “Echo de menos a mis hijas – prosigue Andy, actual empleado del Málaga, siguiendo los pasos de su padre, en nuestra videollamada -. Considerando cómo están yendo las cosas, no podemos lamentarnos. Los tres estamos bien y esperamos que todo esto se resuelva, juntos lo conseguiremos. Somos malaguistas”.

“¿Mi rutina diaria?”, nos confía Perales hijo. “Me levanto, desayuno, me dedico a los trabajos de manutención y después hago un poco de ejercicio, a veces en el gimnasio del primer equipo”. ¿Y el campo? Como mi padre, lo disfruto sobre todo los días de sol. Me gusta respirar el aire fresco y sentir el aroma de la hierba mientras camino de puerta a puerta. Por eso sólo puedo agradecer al Málaga”. La vivienda de la familia Morales se encuentra apenas superada una de las puertas de entrada del recinto, con su dirección postal que coincide con la del estadijo. “Mi casa – concluye Andy – es un auténtico templo, una maravilla, algo único. ¿Cómo podría desear estar en otra parte? En estos días mi padre y yo nos sentimos las personas más afortunadas del planeta, él y yo solos en la casa de más de 30.000 aficionados”.

© Todos los derechos reservados