ANIMAD, COJONES

A Sergio Ramos le tenían que haber dado un micrófono al final del partido contra el Málaga. El central-delantero habría preguntado: “¿Queréis que ganemos la Liga?”. La respuesta del Bernabéu, al unísono, hubiera sido: “Síííuuuu”. A lo que habría contestado: “Pues animad, cojones”.  

Si la afición la quiere (una Liga de ocho en los últimos años) tiene que poner de su parte. Ser el jugador número doce. Animar, animar y volver a animar. Guste o no el juego, se gane con apuros, sufrimiento y dudas, el mejor antídoto para los problemas y la presión es una grada capaz de generar una atmósfera cálida con los suyos y hostil con el rival. Pero esto no pasa en el Bernabéu (en la Liga) y de ello se han quejado Zidane y Sergio Ramos. Piden más cariño y menos ruido. 

Para criticar y exigir ya estamos los periodistas (algunos más que otros) que para eso el Real Madrid es el club más grande de la historia del fútbol, el que más presupuesto tiene y reúne a gran parte de las mejores estrellas mundiales. Que un aficionado sea exigente es comprensible, que pite a su equipo si no le gusta lo que ve, incluso a un jugador, también se acepta. Pero elegir el momento es un ejercicio de inteligencia. Pitar hoy al Real Madrid (como sucedió ante el Málaga) o enfriar el ambiente (demasiadas butacas libres en la Copa contra el Celta) es una infidelidad. Y esto es de lo que se quejan el entrenador y los jugadores. 

El Real Madrid ha acabado la primera vuelta como líder. Ha ganado al Atleti en el Calderón, empatado frente al Barcelona en el Camp Nou, cayó derrotado en el Sánchez Pizjuán (minuto 92), victoria en Anoeta... Los de arriba tienen que pasar ahora por el Bernabéu y el equipo ha hecho un llamamiento. Si alguien tiene que pitar es la Prensa (me incluyo), pero que lo haga el público, que se muestre frío, deja una sensación de ingratitud en Zidane y los futbolistas. La Liga se gana desde el esfuerzo, con regularidad, con partidos que no pasan a la historia y el apoyo incondicional de un estadio. Tienen razón Zidane y Sergio Ramos. Los pitos de hoy son injustos. Más cariño.