River, entre la decepción y la esperanza

El presente de River Plate es preocupante. En vistas al Mundial de Clubes el Millonario no ofrece muchas garantías. Desde que el equipo logró la Copa Libertadores se han sucedido fracasos tras fracasos, minimizados por el hecho de haber logrado el título continental. El campeonato argentino se le ha hecho infinitamente largo y en la Copa Sudamericana no ha sido capaz de eliminar en semifinales a un equipo como Huracán que, antes del partido de ida, todavía tenía que pelear por la permanencia. Inferior en el plano teórico y con la atención dispersa por jugarse la vida, el Globo pudo con el equipo de Gallardo.

Batir a uno de los mejores equipos de la historia, como el actual Barcelona, se presenta como una hazaña titánica. Cuando ruede el balón en Japón se percibirá si realmente el guardarse durante semanas, casi meses, para pelear el título mundial ha sido una buena idea. Mientras crecen las dudas sobre el rendimiento que puedan ofrecer dos de los jugadores que ya tienen asegurado su futuro fuera de la institución, Carlos Sánchez, óptimo en la temporada pero excesivamente nervioso como demostró en la revancha frente a Huracán, y Kranevitter, quien, según palabras del propio DT, podría quedarse afuera si no demuestra tener la cabeza en River.

Mientras Boca está a la expectativa de cerrar su proceso electoral. En condiciones normales Angelici debería renovar mandato. El Vasco Arruabarrena, mientras tanto, se muestra encantado de ser una baza electoral, después de pronunciarse en contra de su continuidad si el actual mandatario debiera salir de la institución. Igual Beraldi y Ameal manejan sus opciones (el primero lo tendría hecho con el Melli Guillermo Barros Schelotto, otro nombre que seduce al hincha) por lo que la postura del técnico bicampeón es legítima. Llama la atención la confianza ciega en Daniel Osvaldo. Después de todo lo acontecido en el pasado semestre, con un rendimiento decreciente por "motivos personales" que le llegaron a alejar incluso de las prácticas durante muchos días, se piensa en él como en pieza básica para dar peso al ataque. Cuando en Oporto tampoco está dejando una gran imagen futbolística.

El torneo de los 30 equipos dejará para la próxima edición un número exagerado de cambios en los banquillos. No ya tanto por los despidos sino por las salidas voluntarias. Es llamativo el elevado número de salida por voluntad propia, incluso en proyectos ganadores como fue el caso de Bauza en San Lorenzo o Cocca en Racing. No se puede evitar sentir curiosidad por el impacto de Guede en su regreso al fútbol argentino, ahora en San Lorenzo. Con métodos más cercanos al Barcelona que a un equipo tipo del país. Que la expectativa no le juegue en contra, especialmente en las primeras semanas, cuando evidentemente las dificultades para la adaptación de la plantilla al nuevo curso se puede hacer notar. Quizá por entonces el hombre fuerte del Ciclón, Tinelli, sea presidente de la AFA. La respuesta a la vuelta de la esquina.