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Odiar el fútbol, o quererlo, eso es de lo más romántico

Odiar el fútbol, o quererlo, eso es de lo más románticoTODOmercadoWEB.es
martes 9 noviembre 2021, 01:00Editorial
de Manuel Rodríguez
“El odio siempre mata, el amor nunca muere”. (M. Gandhi).

En enero de 2011 escribí sobre “11 razones para odiar al fútbol”, descubriendo las mismas razones para quererlo. Veamos algunos recuerdos:

** “¡Confiamos demasiado en los sistemas y muy poco en los hombres!”, apuntó Disraeli. El fútbol táctico de ahora así lo confirma.

** “El que hace una pregunta parece tonto por cinco minutos, el que no la hace es tonto toda su vida”. ¿Por qué los equipos se vuelven tan pesados en la reiteración de pases entre sus defensas y apenas se atreven a practicar fórmulas pasadas de buscar penetraciones con conducciones amplias que generan mayor peligro, movilidades en desmarques y creación de espacios diversos?

** “Es más sencillo desplazar un río que cambiarle su carácter”. Y el fútbol se desplaza por derroteros impensados…

** “Todo reverso tiene asimismo su reverso”, es un “pensamiento zen” como para que el fútbol nos siga dando razones para odiarlo, aunque lo sigamos disfrutando en las televisiones. Un espejismo, porque los equipos pueden llegar a su perdición con el dinero televisivo, “hay amores que matan”.

Que yo sepa nadie pide controles electrónicos para todas nuestras actuaciones como ciudadanos, y no me parece tan grave que un árbitro se equivoque de buena fe, igual que no todas las infracciones de tráfico se sancionan, ni tampoco se castigan todas las acciones negativas de un ciudadano: tirar papeles en plena calle, escupir en el suelo, aparcar en zona prohibida…

Aunque nunca le perdonaría al fútbol que se convirtiera en algo que no es fútbol, que acabase siendo una manifestación fanática, racista, nacionalista, exclusivista…

Porque el fútbol no les pertenece a unos pocos por más dinero que tengan. ¡El fútbol es de todos…! Esta manifestación es la más contundente que puedo esgrimir. Pero cada cual la interpreta a su favor y la manipula.

Es buena ocasión para transcribir algunas reflexiones de Julio Llamazares (ElPaís, 14. agosto.2021) sobre “Fútbol y romanticismo”. Extraje su esencia, no sin antes reconocerle que yo jugué con la Unión Deportiva Salamanca en los años sesenta contra su equipo del alma, Hullera de Sabero; así como Hullera de Santa Lucía, Villablino, Bembibre, etc.: “Sabemos que el fútbol mueve mucho dinero, que los jugadores son megaestrellas que cobran fortunas auténticas y que detrás del juego hay muchos intereses escondidos, pero queremos seguir creyendo que al final el balón es el que manda y no todos esos que manejan el negocio, unos a cara descubierta y otros moviendo los hilos desde despachos que no conocemos”…

(…) “El problema es que de un tiempo acá (desde que las televisiones comenzaron a controlar el juego), el fútbol se ha convertido en el vellocino de oro, no de los aficionados de siempre, esos que se divierten y sufren con sus equipos, sino de todos los especuladores y negociantes del mundo, que han visto en él un modo fácil de hacer dinero y, a la vez, una plataforma para sus otros negocios, incluso para influir políticamente en su entorno. Nadie duda de que hoy el presidente de algún equipo tiene más poder que el del Gobierno y hay agentes de futbolistas que mueven más dinero que muchas multinacionales. El problema es que, como en la película de “Los hermanos Marx en el Oeste”, el negocio del fútbol se ha convertido en un tren cuyos vagones hay que quemar para que continúe andando y el combustible ha empezado a escasear, en parte por la voracidad de quienes viajan en ese tren, en parte porque la pandemia de covid lo ha hecho descarrilar de pronto”.

(…) “Ahora lo que queda es lamentarse y culpar al maestro armero de lo que sucede, que es lo mejor que se puede hacer cuando la gallina de los huevos de oro deja de ponerlos. Para el fútbol el tiempo del romanticismo ya paso”.

Quizás es el mismo estado de ánimo que mostró Quique Setién declarando recientemente en “JotDown”: “El fútbol que yo he estado viviendo en los últimos años no es el fútbol que a mí me gustaba”. Pero esos estados de ánimo, ahora, no tienen mérito si antes te dedicaste a ganar “millonadas”.