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Cómo jugar a la ruleta rusa y sobrevivirTODOmercadoWEB.es
miércoles 10 diciembre 2014, 23:59Editorial
de José M. Díaz

Cómo jugar a la ruleta rusa y sobrevivir

Sólo Luis Enrique sabe a ciencia cierta qué le ha pasado por la cabeza en los días previos al partido ante el Paris Saint-Germain, uno de los dos encuentros más importantes del semestre. Afrontarlo con un sistema prácticamente inédito, con intérpretes inesperados equivale a asumir un riesgo descomunal frente a un adversario de alto nivel competitivo, aunque todavía lejano a los más grandes del fútbol europeo. El planteamiento del estratega asturiano fue suicida. No se puede juzgar como positivo por el simple argumento del marcador final. De hecho cuando modificó el dibujo el Barça mostró una imagen más solvente. Pero son licencias que se puede conceder un técnico que cuenta con Neymar, Suárez o Messi en el ataque. Son ellos lo que pueden hacer bueno, en una noche de aciertos, cualquier sistema, hasta la mayor locura. Justificar el módulo táctico afirmando que era idóneo por la ausencia de Alves y las características del rival es cuando menos discutible, por el simple hecho de que la idea no se mantuvo hasta el final, síntoma de que no era tan buena. Lo cierto es que la gestión de Luis Enrique del lateral derecho sigue generando asombro. Ya parecía una locura querer apostar para esa demarcación concreta, el pasado verano, por Cuadrado. Un extremo. Cuando a Alves se le acusa de defender poco y nada. Cuanto más pasa el tiempo más crece la impresión de que Montoya ya estaba condenado mucho antes de comenzar la pretemporada, y que aun haciendo méritos extraordinarios en los entrenamientos alternaría banquillo con grada. Sólo de esta manera se puede interpretar la apuesta por Douglas. Un jugador que, por otra parte, era considerado por los especialistas en el fútbol brasileño excluido del grupo de los mejores diez laterales derechos de la Serie A. Que ya está huérfana de talento por la emigración masiva. Tener tres opciones en esa banda para, cuando falló una de ellas en un momento concreto, curiosamente un momento importante de la campaña, cambiar de esquema se tiene que interpretar como falta de confianza en las alternativas. Infelizmente a Montoya no se le está otorgando la oportunidad de fallar, de equivocarse, de dar la razón a Luis Enrique. Las palabras del técnico animándole a seguir luchando para buscar su oportunidad acaban sonando a lugar común o, peor, a cinismo, sabiendo que está en su lista negra, quién sabe por qué motivo. Porque, aunque bajo un punto de vista personal, considero que no es un futbolista de máximo nivel, un jugador llamado a ser indiscutible en el Barça, uno de los grandes equipos del mundo, un papel al menos secundario en el equipo sí que estaría a su alcance. Dos consideraciones finales. Messi da pie a un doble sentimiento. De admiración por su sensacional rendimiento y de perplejidad. Porque acaba dando la impresión de que pisa el acelerador cuando quiere, por mucho que pueda doler a los fundamentalistas. Este jugador que impresiona, que vuelve a ser considerado claro candidato al Balón de Oro, en la parte final de la pasada temporada se arrastraba hasta el punto de que en algunos partidos las estadísticas revelaban que Pinto, sí, Pinto, había recorrido más distancia que él. Y en el arranque de este curso sólo la justificación de unas presuntas nuevas funciones en el campo atenuaban la impresión de que estaba muy distante de sus mejores tiempos. Ahora de repente resucita, curiosamente tras su desahogo en Olé. Y, pese a las negativas impresiones que a veces genera este Barça, por una propuesta futbolística confusa, por las evidentes lagunas en su plantilla fruto del discutible trabajo de uno de los directores deportivos más sobrevalorados del mundo, y por las mil y una polémicas que se han ido desarrollando en los últimos meses, este Barça está en octavos de final de la Champions League como campeón de grupo, como el Real Madrid y en la Liga viaja a dos puntos del que dicen, podría ser el mejor Real Madrid de la historia. Un síntoma para la reflexión es que un Barça tildado de mediocre esté a la miseria de dos puntos del superlíder.