Menu
1ª División2ª División A2ª División BEuropaLatinoaméricaOtras noticias
CalendarioNetworkRedacciónContactos
Canal Primera División
AlavesAlmeriaAthleticAtletico MadridBarcelonaCadizCelta VigoGetafeGironaGranadaLas PalmasMallorcaOsasunaRayo VallecanoReal BetisReal MadridReal SociedadSevillaValenciaVillarreal

FALCAO GOLEA, GIL VENDE

FALCAO GOLEA, GIL VENDETODOmercadoWEB.es
lunes 3 septiembre 2012, 00:00Editorial
de

Hace más de veinte años que, por cortesía de una prensa demasiado amable y por inacción de las fuerzas vivas del Atlético, que a Miguel Ángel Gil se le presenta en sociedad como un gestor modélico, como un sofisticado directivo cuyo aval es convertir un club en una agencia de compra-venta de jugadores y como un innovador de alianzas estratégicas con clubes asiáticos.  Una visión idílica, que publicitan sus corifeos de la prensa , pero que no se corresponde con los hechos probados de su gestión.  Los que le han sufrido, a él y a su padre, durante 25 años, saben bien quién es Miguel Ángel Gil.  Su trayectoria en el Atlético es sencilla: ni una mala palabra, ni una buena acción. Es el tipo que, en connivencia con su finado padre, le endosó cuatro inmigrantes al Atlético, por valor de 2.700 millones de las antiguas pesetas, como probó el Tribunal Supremo.  Es el que prometió que él y su padre venderían el club poniendo precio al mismo, pero que nunca ha cumplido su palabra. Es  el que dio luz verde a la venta de Fernando Torres y a la del Kun Agüero, que se tuvieron que ir porque él fue incapaz de rodearles de jugadores acorde a su catgoría. Es el tipo que hizo todo lo posible y lo imposible por echar a Diego Forlán, la única Bota de Oro de la historia del club, para que saliese por la puerta falsa. Y es el tipo que, cobrando un sueldo del Atlético, según consta en un informe de Anticorrupción, hizo reformas en una finca de su propiedad con dinero del club. 

 Anoche, en la Cadena COPE,  Gil Marín volvió a demostrar que no dice una verdad ni por recomendación del médico.  Regateó la verdad al decir que había recibido ofertas de varios equipos que pagaban la cláusula íntegra por Falcao, dijo que desconocía las declaraciones del padre del colombiano en las que decía que su hijo pensaba que le iban a vender antes de la Supercopa ,y además se permitió la licencia de volver a faltar a la verdad colgándose la medalla de que él mismo convenció a Falcao de quedarse. Como si sufriese una patología que le obliga a mentir de manera compulsiva, hasta cuando dice la verdad.  La verdad es que Radamel Falcao no se va del Atlético porque es feliz, porque se siente muy querido por la afición y porque su esposa está contenta en Madrid.  El dinero no lo es todo para él y está convencido de que hará al Atlético todavía más grande, como hizo con el Oporto.

La cuestión es que, para desgracia de los atléticos, Gil Marín y Cerezo, cuando llegue la oferta con la que sueñan, empaquetarán al colombiano al mejor postor.  La propiedad pone como excusa la delicada situación económica del club. Coartada perfecta. Pero si el Atlético está obligado a vender porque está en números rojos, la pregunta es:  ¿y quién demonios ha endeudado al club hasta las trancas? Los que quieren vender a Falcao. El laberinto del futuro del mejor nueve del mundo es un embudo. Sólo clasificándose para la Champions o ganando la Liga, el colombiano se quedaría. Y ni eso es seguro.  La pamema de Gil Marín en la COPE es de aurora boreal. Falcao no se quiere ir, le quieren vender. El colombiano lo sabe y por eso se lo dijo a su padre. Se lo dijo, ojo, antes de una final de la Supercopa de Europa. ¿Cabe más dramatismo y condena para una afición que enterarse de que querían traspasar a su mejor jugador antes incluso del partido? La conclusión es fácil: Falcao sale de casa y hace un gol.  Miguel Ángel Gil sale de casa y regatea la verdad. Se abre el telón y Falcao marca un gol. Se abre el telón y Gil Marín vende el telón. Buen provecho.